“LO MEJOR ESTÁ POR VENIR” Nanni Moretti sigue fiel a sí mismo

Por: Martín Imer

Cuando pensamos en el panorama del cine actual, nacional o internacional, siempre nos resulta algo preocupante la falta de autores: más y más promesas generacionales terminan haciendo cintas impersonales o renunciando al estilo propio en pos de imitar los tics de la movida cultural del momento.

La realidad es que, si bien aún quedan varios autores capaces de imprimirle su marca a sus films, lo que quedan son pocas voces propias: la idea de un director parándose frente a cámara a hablar de sus temas, defender su ideología o su forma de ver el mundo. El reciente final de la serie Curb your enthusiasm es una plena muestra de esto; si bien Larry David defiende que no es como en la serie, sí se deja entrever una filosofía sobre el ser humano y sus interacciones sociales que pertenecen al mismo cerebro que co-creó la mítica Seinfeld. El hecho de que David (o Seinfeld, en aquella) protagonicen sus propias ficciones es una declaración de principios, una forma de defender con el rostro lo que dice la boca. 

Es verdad que no siempre hay que tomar lo que dice el personaje de una serie/película como una expresión del pensamiento de su autor, pero cuando hay una continuidad de temas o un punto de vista constante a través de la obra es muy difícil no pensar que esa es la forma en la que la persona que está detrás del material piensa o vive su día a día. Trazando una suerte de teoría del por qué, tal vez el género, al posicionar al protagonista como el principal responsable de que la gracia funcione, como disparador del chiste o broma en sí mismo, requiere de una vulnerabilidad muy especial frente al otro, ya que en definitiva es un nivel de exposición muy grande. Y si alguien entiende exposición frente a la cámara, ese debe ser Nanni Moretti, uno de los directores italianos más importantes de los últimos 30 años, quien construyó una persona cinematográfica para protagonizar él mismo sus comedias. Autores cómicos como Moretti o Woody Allen lograron hacer de esa figura algo que escapa a lo bufonesco y se adentra en la profundidad de esa máscara para revelar algo sobre sí mismo o el mundo a su alrededor. Además, ambos lograron alejarse de esa figura con excelentes resultados dramáticos; en el caso del italiano, la inolvidable La habitación del hijo o la reciente Mia madre.

Y ver Lo mejor está por venir, su último trabajo, es volver a ver la esencia de ese cine en carne viva. Moretti no pone su nombre y apellido al personaje, pero sus preocupaciones son las mismas que aparecían en Aprile o Caro Diario: su desagrado a la violencia en el cine, el recordatorio constante de la historia reciente de su país, y el compromiso político, expuesto directamente como disparador narrativo. Aquí Moretti es Giovanni, un director de cine que se embarca en la realización de una nueva cinta que retrata la división ideológica dentro del Partido Comunista Italiano durante los años 50. Y afloran, durante el rodaje, las excéntricas manías del director, los inconvenientes propios de un set de filmación, el deseo de su esposa de divorciarse y su propia mirada del mundo, depositada en la decisión final del protagonista de la película de suicidarse en pos de sus ideales, algo que todos en la producción consideran tremendamente radical y desolador.

En esa decisión sobre el final de una ficción radica una base de toda la filosofía detrás del cine de este genial director: ¿Cómo se combate, política y socialmente, lo que uno considera antagónico a sus valores? ¿Se lucha con obstinación y radicalismo o se intenta desde lo humano y lo compasivo? Y la respuesta está tanto en el título como en todas las batallas que emprende Giovanni a lo largo de la cinta: con la esperanza de alguien que sabe que, aunque su batalla personal pueda no tener un fin satisfactorio, al menos alguien seguirá levantando la bandera de los ideales y continuará la lucha a partir de lo que puedan dejarle las anteriores generaciones. El libreto aborda esas batallas desde la comedia, celebrando las victorias y golpeándose a sí mismo en el hombro cuando reconoce una derrota. Los actores no desentonan y entregan interpretaciones que saben moverse muy bien dentro de la mezcla entre la comedia y el drama, interpretando también que la cinta oscila siempre hacia lo cómico. Sin embargo, no hay que dejarse llevar por la apariencia, ya que desde ese tono ligero se combate con algo mucho más grande: la silenciosa guerra contra la ideología de derecha que representa actualmente el gobierno de su país. Moretti no lo hace explícito en ningún momento, pero desde la metaficción asume el golpe al presentar la idea de una izquierda que, para volver a conquistar a la gente, debe hacerse paso entre sus propias divisiones internas o la obstinación al cambio de muchos de sus integrantes. La “lección” dentro de la película falsa, que se cruza con los propios problemas que debe afrontar Giovanni y su incertidumbre ante el nuevo panorama del cine y de su propia vida, parecen ir directamente enfocados hacia ese lugar, y hablan de la necesidad de entender los cambios como algo natural e incluso provechoso, ya que sí o sí nos van a afectar. Sin embargo, ese sol del mañana está ahí, aunque las adversidades siempre se hagan presente, como la enfermedad de Moretti que lo dejó al borde de la muerte y luego sirvió para la comedia en el delirante capítulo final de su Caro diario. Es cuestión de tomar la moto (o la motoneta, en esta oportunidad), y seguir adelante: lo mejor siempre está por venir.

la vida en un cine